No a la homofobia en Sochi

No a la homofobia en Sochi

El Toque

Mis sentimientos son todavía muy vívidos. No era tanto mi falta de habilidad en los deportes, sino el ambiente que se solía dar entre mis compañeros. Un ambiente hostil, donde se hacía burla de la “feminidad”, donde se enaltecía la “masculinidad” y la homofobia se utilizaba como arma de crítica y devaluación. “No seas puto, patea bien el balón” y “sé hombre, no lo hagas como niña” son algunas frases que representan lo que cientos de miles de niños y jóvenes dicen y escuchan cuando van a clases de deportes.

Por Antón Castellanos Usigli, elToque





Lo triste son las repercusiones emocionales que estos comentarios tienen en la vida personal de muchos de ellos. Como hombre gay, puedo decir que muchos de estos comentarios me hicieron pasar malos momentos, así que no me cuesta trabajo imaginar la horrible situación que los deportistas profesionales LGBT pasan todos los días.

Precursores deportistas gays
En diciembre del año pasado, el mundo escuchó a Tom Daley, un clavadista británico de 19 años de edad, salir del clóset como bisexual. Tom dijo que le gustan las mujeres pero que actualmente sale con otro hombre y que es feliz. El camino que llevó a Tom a salir del clóset no fue nada fácil seguramente, pero al final optó por la transparencia y la honestidad. Tom no es el primer clavadista olímpico en salir del clóset. Greg Louganis, quién ganó medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1984 y 1988, admitió ser gay desde hacía más más de 25 años y hoy en día está casado con su pareja.

En muchos otros deportes ya hay varios casos de personas LGBT que han salido del clóset. Martina Navratilova, una tenista checoslovaca que actualmente tiene 57 años de edad, se declaró lesbiana a principio de los ochentas. Johnny Weir, tres veces campeón de patinaje artístico en los Estados Unidos, también es gay y como Greg Louganis ya está casado con su pareja. Thomas Hitzlsperger, un futbolista alemán retirado, salió del clóset hace unos días. Jason Collins, un jugador profesional de baloncesto de la NBA, ha sido el primer jugador norteamericano de un deporte de equipo en salir del clóset. Hasta Obama lo felicitó por teléfono.

El pasado diciembre, Jason compartió su testimonio junto a Martina Navratilova en un panel que la ONU organizó, con el título: “Los deportes salen del clóset contra la homofobia”. En dicho panel, Martina comentó que a ella le hubiera gustado que el Presidente de los Estados Unidos la hubiera felicitado cuando salió del clóset, pero los tiempos eran muy diferentes en aquel entonces (Donald Reagan, un republicano conservador, era Presidente)… Sin embargo, aunque Obama haya felicitado a Jason, y los tiempos estén cambiando para bien, lo cierto es que la homofobia continúa inundando el mundo de los deportes.

Los tabúes de Sochi
El 7 de febrero comienzan los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi en medio de un sin fin de noticias que apuntan hacia una sola palabra: Homofobia. Una de las últimas que leí es que el alcalde de Sochi, Anatoly Pakhomov, dijo que los homosexuales serán bienvenidos a Sochi durante los Juegos Olímpicos, siempre y cuándo no traten de imponer sus “malos hábitos” (¡no sabía que nuestra sexualidad fuera un “mal hábito”!) y también comentó que no existen homosexuales que vivan en Sochi (ya está como el ex-Presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, cuando hace algunos años dijo que no había homosexuales en su país).

Pakhomov no se queda sólo en su ignorancia homofóbica; hace unos días, Vladimir Putin, Presidente de Rusia, dijo que las personas gays pueden sentirse seguras en Rusia si sólo “dejan en paz a los niños”. ¿Alguien le ha informado al Presidente Putin que la homosexualidad no tiene nada ver con el abuso a menores y que la gran mayoría de los abusadores sexuales de menores son heterosexuales?

Lo terrible es que toda esta ignorancia galopante se ha traducido y se seguirá traduciendo en violencia hacia las personas LGBT. La ley rusa que prohíbe la propaganda de “relaciones sexuales no tradicionales” que fue aprobada el año pasado es una afrenta a los derechos sexuales y a los derechos humanos, y pone en peligro las vidas de ciudadanos rusos LGBT, de turistas LGBT y de los atletas LGBT que vayan a competir en Sochi.

¿Y la comunidad internacional qué?
La situación de los atletas LGBT en estos juegos de invierno se ha vuelto un tema de mucha preocupación para diferentes organizaciones y activistas. Boris Dittrich, Director de Abogacía del Programa de Derechos LGBT de Human Rights Watch (HRW), por ejemplo, escribió un artículo (en inglés) haciendo un llamamiento al Primer Ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, a no asistir a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Sochi.

En la ONU, Jason Collins expresó su ilusión de que algún día a los deportistas no les importe que un compañero salga del clóset, cuando lo que debe importar es la calidad deportiva del individuo, sin embargo, aceptó que para eso pase hace falta mucho tiempo, y se requieren muchas más personas valientes del medio que sigan saliendo del clóset, visibilicen la situación, y le faciliten la situación a otros deportistas. Desde mi Blog me solidarizo con Collins y con todos los deportistas LGBT que competirán en Sochi. Digo NO a la homofobia en Rusia, NO a leyes ignorantes y estúpidas (no hay otra palabra para describir la ley rusa anti-homosexualidad) y NO a la violencia. Les invito a decir NO también y difundir que, lo quieran o no Putin y otros políticos rusos, los colores del arcoiris de la diversidad sexual han estado y estarán presentes en Sochi.