El “habemus papam” que subió al cardenal Bergoglio a la silla de Pedro

El “habemus papam” que subió al cardenal Bergoglio a la silla de Pedro

Reuters

La proclamación del cardenal argentino y arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio como Papa provocó hoy un estruendo en la Plaza de San Pedro del Vaticano, que albergaba a decenas de miles de personas que, bajo la lluvia, aguardaban al “Habemus papam” entre cánticos y pancartas.

La intuición general de los congregados en la plaza era pesimista y nada hacía presagiar que el segundo cónclave del tercer milenio se solucionase en su segunda jornada, pero a las 19.06 (18.06 GTM) de esta desapacible tarde, la chimenea de la capilla sixtina emanó un intenso humo blanco que anunció al mundo que la Iglesia tenía Papa.

“No, hoy es demasiado pronto, al menos hasta mañana, la Iglesia tiene mucho que deliberar y los cardenales son conscientes de ello, de la realidad existente en la sociedad”, señalaba convencido el chileno Pedro Daza de la localidad de Tocopille (norte) que aguardaba la noticia cobijado en la columnata de Bernini.





El humo blanco procedente del interior de la Capilla Sixtina produjo un clamor ensordecedor, como una expresión unánime de sorpresa y alegría, fruto de la impresión de estar viviendo un momento histórico.

A partir de la “fumata”, la plaza comenzó poco a poco a colmarse de personas que entraban en el abrazo arquitectónico que Bernini diseñó en el siglo XVII hasta convertirse en un superficie cuajada de paraguas y expectación.

La espera se hizo corta, poco menos de una hora fueron suficientes para que el cardenal protodiácono Jean Louis Touran saliese a la balconada de la basílica para anunciar la, hasta ahora, secreta identidad del futuro papa de la Iglesia Católica.

“No nos lo podemos creer, llegamos a Roma para visitar la ciudad muy felices de coincidir con el cónclave pero como católicos estamos deseando conocer quién será nuestro papa”, comentó a Efe emocionada Inma Martínez, que junto con su marido, trataban de explicar a su pequeño hijo de 7 años, Joel, algunos conceptos que por su edad no había tenido tiempo a comprender, como “papa” o “iglesia”.

De pronto, la multitud comenzó a removerse y una aclamación surgió de entre los paraguas, ya inservibles porque el cielo de Roma decidió dar una tregua al nuevo papa y dejar de bañar la ciudad eterna.

Las cortinas del ventanal de la fachada de la Basílica comenzaron a recogerse hasta abrirse por completo y dejar paso a Francisco I, el nuevo papa de la Iglesia Católica que saludó a la multitud con un amable “buenas tardes”.

“Queridos hermanos y hermanas, saben que el deber del cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales se han ido a buscarlo al fin del mundo”, continuó el nuevo pontífice.

Los congregados, después de las sonrisas fruto del comentario del nuevo pontífice, enmudecieron, y todas las personas de la plaza miraban al frente, a su nuevo guía espiritual, y en la plaza solo se escuchó el primer mensaje del recién elegido pontífice y el rumor del agua de las dos fuentes.

Antes de la bendición “urbi et orbi”, el nuevo obispo de Roma pidió a los congregados “un favor”: “recen a Dios para bendecir a vuestro papa”.

La presencia del primer papa latinoamericano en el balcón de la basílica llenó la plaza de miles de dispositivos electrónicos para captar unas imágenes para la posteridad.

Miles de destellos que iluminaron un poco más la noche de Roma para dar la bienvenido al nuevo Pastor de la Iglesia católica. EFE