Residencia estudiantil en Ginebra también funciona como una casa de citas

Residencia estudiantil en Ginebra también funciona como una casa de citas

Josée había encontrado un lugar perfecto para llevar a cabo sus estudios universitarios: la residencia Epinettes, cerca del estadio Ginebra y de la autopista en Acacias, Ginebra. Era razonablemente céntrica y estaba bien de precio, una rareza en la segunda ciudad más poblada de Suiza.

Lo que Josée (nombre cambiado para proteger su identidad) no sabía es que las apariencias engañaban y que en realidad, donde se había metido a vivir en septiembre mientras estudiaba era un burdel.

La chica empezó a sospechar cuando, una noche, vio una procesión de coches enormes a la puerta de su casa. “De ellos salieron unas chicas; jóvenes pero mayores que los estudiantes“, recuerda.





Esa noche comenzó el ir y venir de hombres y mujeres que parecían de todo menos alumnos de una universidad. La música a todo volumen hasta las dos de la mañana. Los gritos de placer.

“Eran mayores y entraban deprisa”, recuerda. “Se metían en el apartamento del primer piso, generalmente sin mirar atrás. Yo estaba intentando repasar para mis exámenes y no era fácil vivir con aquello“. Una vez, resolvió hablar con los inquilinos para que bajaran el volumen.

“Cuando llamé, me recibió una mujer con ropa interior transparente, sonriendo. No era la compañera de piso de una estudiante. Me dijo que intentaría hacer un esfuerzo con la música”.

En los siguientes fines de semana, Josée tuvo que lidiar hasta con hombres, a los que ni el estudiante más calenturiento llegaba ni a la suela de los zapatos, interesados en los servicios que la estudiante podría ofrecerles.

Lo más raro de todo era que los dueños del edificio, la Oficina de Alojamiento de la universidad de Ginebra aseguraba en su página web que el edificio Epinettes era exclusivamente una residencia para estudiantes.

No le costó mucho a Josée encontrar el verdadero nombre del apartamento del primer piso: los bares Cosy y Enjoy que se había fusionado el año anterior y se habían alojado en el edificio aprovechando la licencia que tenía un centro de masajes en el primer piso.

Algo que tampoco era de esperar: la universidad de Ginebra ya sabía lo que estaba pasando. “Le habíamos dicho a los estudiantes que necesitamos seguir el rastro del papeleo para informar a la Fundación de Alojamiento de Estudiantes de Ginebra”, explica Françoise Demierre, directora de la Oficina que, efectivamente, depende de la Fundación.

Fue la Fundación, de hecho, la que propuso alquilar partes de la residencia a locales de la zona para así abaratar el alquiler a los estudiantes. En 2008 alquilaron el famoso primer piso a lo que se supone que era un salón de belleza y empezó la cadena de transformaciones: de eso pasó a ser un centro de masajes (sin permiso ni avisar a la Fundación) y de ahí, a ser un burdel.

La universidad ha prometido intervenir ante una situación que todos fuera de la Fundación y de la Oficina juraban desconocer.

Fuente: Yahoo! France