Sobrevivientes del incendio en Brasil batallan contra la muerte

Sobrevivientes del incendio en Brasil batallan contra la muerte

Foto: Archivo

Salieron con vida del incendio en la discoteca de Santa María, pero la lucha contra la muerte no ha terminado: unos 75 heridos graves permanecen en cuidados intensivos enfrentando las secuelas de la feroz humareda de aquella trágica madrugada en Brasil.

Mario Birnfeld do Canto es médico en el hospital de la Caridad (privado) y ese día le tocó atender a su propia hija, Mariana, una de las 234 víctimas mortales del incendio en la discoteca Kiss el domingo 27 de enero.

“Nunca vi algo así, casi 300 jóvenes tirados, muertos por asfixia (…). Nosotros como sociedad brasileña no podemos permitir esto, matar asfixiados casi 300 jóvenes”, repite Mario llorando desesperado, al salir del hospital adonde fue a buscar el acta de defunción de Mariana, de 18 años.





“Tenían una vida y todos murieron asfixiados por falta de estructura de quien gobierna este país”, añadió, ya más calmado.

Más de 116 personas resultaron heridas en el incendio esa noche, y 75 de ellas “corren riesgo de muerte”, dijo el ministro de Salud, Alexandre Padilha.

La mayoría de estos pacientes en estado crítico fue trasladada a hospitales mejor preparados en Porto Alegre, la capital de Rio Grande do Sul (sur) y a unos 300 km de la ciudad universitaria de Santa María.

Se estima que el 90% de las víctimas murió por asfixia, en medio de un tumulto provocado por el pánico y una nube de humo negro tóxico que les impidió hallar la salida.

El permiso de la discoteca para operar estaba vencido, según la policía. El local no tenía salidas de emergencia, y su única puerta fue bloqueada por agentes de seguridad en un inicio, denunciaron testigos.

Todo indica que el fuego comenzó por un fuego de artificio lanzado por un integrante de una banda musical que se presentaba en el local.

Angeles

Entre los heridos graves está Heuri Guedes, de 23 años, hospitalizado en la terapia intensiva del Hospital de la Caridad.

Cuando su madre Iara es autorizada a verlo, lo acaricia, le dice que lo ama, y espera que sus caricias contribuyan al tratamiento para el grave problema respiratorio que padece.

“Se va a salvar, se va a salvar”, se repite a sí misma, llorosa, en un susurro. “Yo solo quiero a mi hijo vivo, no podemos perder la fe”, dice Iara a la AFP en la puerta del hospital.

“Tiene que haber justicia, no interesa cómo (…) No es posible que tengan que pasar estas cosas, esta destrucción, muerte, desespero para que se vean estas cosas”, lanza la mujer en relación al poco control sobre seguridad.

Iara asegura que a Heuri lo salvó “un ángel de la guarda”. “Un chico que lo sacó y salvó, quiero conocerlo”.

Otro “ángel” salvó a Luana Weber Andreata (19), celebra también su mamá, Helenita. Luana estaba a punto de escapar de las llamas de la discoteca cuando cayó bajo una de las barreras de acero que estaban en la puerta y que dificultaron el escape.

“Vino un joven vestido de blanco, ella no le soltaba la mano, pero él le dijo que lo dejara ir, que volvería para ayudarla, que no la iba a dejar, y poco después la agarró y la sacó”, dice Helenita, repitiendo la historia que le contó su hija.

Además de Luana, Helenita tiene a su hijo Magno en el hospital, que fue uno de los que ayudó a romper las ventanas del local para salvar vidas.

En el Hospital Universitario (público) está internado también Gustavo Riet, de 34 años. “Logró salir pero regresó para ayudar y ahora tiene un pulmón muy comprometido”, indica su madre, Rosangela.

Los médicos del Hospital Universitario atendieron esa noche a 100 pacientes. Hoy quedan allí 16, tres en estado crítico, dijo a la AFP el subdirector clínico, Larry Cassol Argenta.

Lo psicológico

Andre tuvo suerte y sufrió heridas leves, pero en su cabeza el drama se repite como una película minuto a minuto, desde que vio humo, pensando que era parte del show, hasta el torbellino de personas que buscaba la puerta.

“Cuando llegué al hospital no tenía noción de la magnitud del incidente. Después vi los números, y hasta ahora creo que sigo en una pesadilla”, sigue este chico de 19 años, que perdió a 10 amigos en el incendio.

Ahora toma calmantes y busca terapia.

El gobierno brasileño dispuso una red de apoyo psicológico para apoyar a los familiares de las víctimas y sobrevivientes de la tragedia.

El ministro de Salud precisó que familiares y amigos de 50 pacientes graves internados en Porto Alegre seguirán el mismo protocolo que el prestado tras los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de setiembre de 2001 en Estados Unidos.

AFP